Entre la realidad y la apariencia de la urbe de Emilio
Seraquive
Bajo un discurso de
contenido social que nos exhorta a la reflexión en torno al ser humano, debemos
entender la propuesta de Emilio
Seraquive, quien desde hace algunos años viene buscando una identidad artística
con el desarrollo de una serie de obras que abordan temas álgidos de la época
actual: crisis, controversias, violencia,
contradicciones, inquietudes y principalmente problemas existenciales
que involucran al ser humano de hoy, a aquel personaje que ante el dilema de
encontrar respuestas al sentido de su existencia y su rol frente al mundo, ha
dado pasos equívocos transformándolo en un ser cosificado, vacío, hipnotizado,
incapaz de lograr una armonía y
equilibrio social.
De la misma manera en
que escritores como Eduardo Galeano en
su obra “Patas arriba. La escuela del mundo al revés”, ponen el dedo en
la llaga y retrata las lacras e injusticias sociales que ponen en evidencia el
papel erróneo que ha asumido el ser humano en la sociedad actual, artistas
contemporáneos realmente comprometidos como el caso de Emilio Seraquive han
asumido una posición crítica frente a esta realidad que desde hace mucho tiempo
ha dejado de ser individual y local para convertirse en una situación de
carácter global, y lo ha hecho a través del dibujo y la pintura, de la línea y
la mancha, de la ironía y el sarcasmo, del color y la forma, a fin de recrear
escenarios que resaltan por la
saturación y el bullicio, por la congestión y la soledad, por el dinamismo
compositivo y la variedad cromática, por el silencio y el vacío de un mundo
real no el aparente, si… de ese mundo
donde habita el monstruo, el ser sin identidad que camina sin rumbo a un “Viaje
sin retorno” por entre la podredumbre, el
caos y la estridencia de una urbe de
atmósfera gris y desolada, terreno fértil que abona una verdadera “Psicosis
existencial” que logra apoderarse por completo del ser humano dejando fluir a
aquel ser amorfo, grotesco, de dientes afilados que embiste y devora todo cuanto encuentra a su paso generando una
ambiente de pánico e incertidumbre, donde
los deseos de poder fisuran las relaciones de convivencia con “el otro”, donde
el verdadero enemigo del hombre es el hombre mismo, su insatisfacción, su
infelicidad…una desdicha que se visibiliza en la estridencia de los rojos,
azules y grises crudos que rodean a ese personaje incógnito, al depredador que
transita por “La vereda roja”, por entre las alcantarillas de la “Estación
central” de una urbe imaginaria acompañado de la impotencia de no encontrar
salida y sentido a su existencia.
Nos queda claro
entonces que tras la explosión de color, el tratamiento expresivo de las
formas, la agudeza de las manchas, no está solamente el deseo de
experimentar la técnica o el material, sino la intención de cuestionar
como artista problemáticas reales que afectan al hombre, a los millones de
seres humanos que habitan en todas partes del mundo y que a diario experimentan
situaciones críticas que derivan en una falta de significado de la vida, un
vacío emocional, una pérdida de identidad, una falta de conciencia…
Reflexiones similares
también las encontramos en propuestas dibujísticas de reciente creación en las
que mediante un trazo fuerte y la intensidad del carbón graso Emilio da vida a
figuras enmascaradas, desnudos agresivos, cuerpos desgarrados que forcejean en
atmósferas de perturbación y violencia, entre “el embrujo” y la seducción,
donde la codicia y la sinrazón litigan espacios de poder sin ningún tipo de
miramientos ni contemplación.
Lo cierto es que la
obra de Emilio Seraquive en todas sus variantes, lejos de apelar a la
complacencia y encantamiento busca
sensibilizar al espectador, a mirar más allá de la simple percepción banal
de las formas; nos conmina a reflexionar sobre situaciones que suceden a
nuestro alrededor, nos exhorta a repensar sobre nuestra presencia y
responsabilidad frente al mundo, sobre el caos y el horror que producen
problemáticas que están frente a nosotros y, que aún hoy en pleno siglo XXI, no
logran superarse.
Patricia Soledad Tapia
Magíster en Artes
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